Suicido político del Ejército Zapatista de Liberación Nacional?

Desde hace años las esferas políticas del poder observan, regocijados, como el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) pasó al olvido: del boom mediático tras su levantamiento armado, hoy sólo quedan ecos y eso gracias a los comunicados que a veces difunde su Comandancia.

Sin embargo, como ocurre en el mediático mundo moderno, las razones de su silencio en los medios y las redes sociales no obedecen a su marginación ni pérdida de peso político, sino a su sabiduría: pocos se han dado cuenta que el mutismo autoimpuesto por el EZLN obedece a una de las líneas marcadas por ellos, “mandar obedeciendo”, lo cual entre otras cosas implica acatar las decisiones tomadas por la sociedad.

Por ello, a partir del año 2002, cuando la ultraderecha representada por Vicente Fox asume la presidencia del país, el EZLN asume la decisión de los mexicanos de optar por el capitalismo salvaje, redefine sus objetivos (el derrocamiento del pri ya no es requisito: “se realizó a través de las urnas”), y desecha las armas como motor de cambio de la realidad social.

Más la historia avanza, los mexicanos (hijos consentidos de la señora ignorancia y el señor miedo), optaron por el sometimiento, sumisión, corrupción, autoritarismo y regresaron al pri a la presidencia otorgándole poderes omnipotentes para desmantelar al país, mientras el EZLN seguía observando (y respetando) en silencio, las burradas de los habitantes de este país.

Observando (y respetando) en silencio, sí, pero sin cruzarse de brazos: cercana la definición de candidatos para las elecciones federales de 2018, el EZLN apeló a la identidad nacional y propuso la participación de una mujer indígena como aspirante presidencial independiente, en un proceso de votación en el que lo que menos se vislumbra es un futuro.

Si bien la decisión fue audaz (tomando en cuenta que las raíces ideológicas del mexicano están plagadas de clasicismo, racismo e inquina), se percibe también que estuvo cuidadosamente tomada con la finalidad de invitar al país (una vez más) a ser dueño de su destino.


El proceso para obtener el registro conlleva una serie de exigencias que se deben cumplir ante la autoridad electoral, requisitos harto complicados si no se forma parte de los partidos políticos corporativos que desde hace años se prestan a los juegos más viles con tal de desmadrar esa fantasía llamada democracia.

María de Jesús Patricio Martínez (de origen nahua, médico tradicional y activista de los derechos humanos), no podrá cumplir los requisitos para ser candidata independiente a la presidencia: no porque el poder político no quiera ver su rostro moreno en una boleta, tampoco porque sea un riesgo para los capitales extranjeros que están saqueando al país, ni siquiera porque su propuesta de nación represente un peligro para la estabilidad del planeta.

No, no será candidata porque al ser indígena no pudo vencer la coraza con la que se disfrazan los mexicanos paras sentirse superiores a los demás: el desprecio, mismo que se manifestó cuando una institución bancaria no le permitió abrir una cuenta (requisito para su registro) y en las redes sociales fue objeto de burlas por ser nativa, por su apariencia, sus pocos estudios, su forma de hablar y lo peor: ser mujer.


El EZLN contempló que una malograda candidatura podría convertirse su suicidio político?... no, los indígenas ya aprendieron, saben que las elecciones presidenciales de 2018 son el suicido histórico de los mexicanos.

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